Fecha publicación en la web: 22/10/2019 | 1.849 Visitas
Hoy recordamos el aniversario del fallecimiento de nuestro Hermano Mayor don Antonio Bootello Morales, cronista de la ciudad de Álora y a quien debemos la conservación de gran parte de nuestro archivo documental.
Álora tuvo su Edad de Oro, que fue el último A cuarto del siglo XIX y el primer cuarto del pasado siglo XX. En este periodo sus hijos desempeñaron cargos importantes, como gobernadores civiles, diputados a Cortes, canónigos de las catedrales de Málaga, Córdoba y Granada, presidentes de la Diputación Provincial de Málaga, un alcalde de Granada, notarios, registradores, magistrados, etc. etc.
En esta época, se distinguió una generación de primos hermanos de la familia Morales, que fueron sacerdotes, médicos, farmacéuticos y abogados. Entre estos, destacaron cuatro, Don Francisco Morales García, Canónigo Deán de Córdoba, político eminente, Diputado a Cortes al que tanto debe Álora; Don Juan Morales Morales, Gobernador de Puerto Príncipe; Don Antonio Morales Pérez, catedrático de la Universidad de Barcelona, uno de los cien mejores médicos españoles del siglo XX y nuestro biografiado Don Antonio Bootello Morales, eminente abogado, hijo predilecto de Álora al que se le concedió la Medalla del Trabajo.
Don Antonio Bootello Morales nació en Álora en 1850, hijo de Miguel Bootello Coronado y Josefa Morales Sánchez-Santaella, estudió la carrera de derecho en Granada, cuando las incipientes líneas ferroviarias, aun no cubrían del todo la geografía española, así que tenían los estudiantes que viajar en cabalgaduras como en tiempos de Cervantes.
Hasta su muerte desempeñó el cargo de Secretario del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de nuestra ciudad y varias veces fue Hermano Mayor y Secretario de nuestra Hermandad, Cronista Oficial de Álora, Hijo Predilecto y beneficiario del honor de la
Medalla al mérito del Trabajo.
Fue un investigador nato, sobre todo de la historia de su querida Álora. Bebió en las abundantes fuentes de su tío Miguel Bootello Bootello (primo hermano de su padre) sacerdote, diligente devorador de archivos, alabado y consultado por Registradores de la Propiedad, que se sabía de memoria la genealogía y origen de todas las familias de Álora, Don Antonio fue un alumno aventajado de su tío, siguió y aumentó la labor de éste, y como éste, no sólo le movió la curiosidad, sino el amor a su pueblo natal; investigó por toda España, escribiendo a personajes, como a su primo Antonio Morales, Catedrático y Decano de la Facultad de Medicina de Barcelona, del cual he tenido el placer de leer una carta dirigida a nuestro biografiado, en la que le cuenta la leyenda de Abindarráez, sacada de un archivo catalán. Esta misiva la leí gracias a la amabilidad de Felipe García que guarda una fotocopia de la misma.
Se puso en contacto con el también abogado de Encinasola Don Vicente Moreno y ambos basados en documentos antiguos sobre la Virgen de Flores, hermanaron las dos Villas y ambas se honraron mutuamente con los nombres de Encinasola y Álora cambiando los nombres de las calles Rosales y Campo, respectivamente.
Se carteó también con Narciso Díaz de Escovar, prestigioso historiador y Cronista Oficial de Málaga, al cual le proporcionó datos para su ingente labor histórica como se puede comprobar en el Archivo Escovar en el Museo de Artes Populares de Málaga.
Tuvo la gran idea de escribir la primera Historia de Álora, de sus personajes, de sus calles y las anécdotas sucedidas. Todo lo recopiló en la Hojita Parroquial editada quincenalmente. En los veinte años de la vida de dicha publicación, no le dio tiempo a imprimir todo el material que poseía al morir poco antes de la desaparición de esta Hojita.
De la Hojita Parroquial hemos tomado los datos todos los investigadores de la historia de nuestra ciudad, es una fuente inagotable de información. De sus escritos sacó Diego Vázquez Otero para su obra Historias y Leyendas Malagueñas la historia de la morisca asesinada por su padre al querer bautizarse y enterrada cerca de Las Torres bajo un algarrobo.
Conocedor perfecto y defensor a ultranza de las leyes que regulaban los riegos de nuestra vega, se desplazó como abogado y terrateniente a Bobadilla, en la comisión formada por Don Jorge Silvela Loring, Subsecretario de Instrucción Pública, el Marqués de Sotomayor, Don Rafael y Don Manuel Benjumea, por la Hidroeléctrica, Don Tomás García Pérez y Don Cristóbal Carrión Pérez, para resolver el asunto de las aguas de la presa de Chinchilla, enfrentándose, entre otros, a los Sres. García Berdoy y León Motta, alcalde de Antequera y otros señores más.
Con el tiempo, chocó con la Compañía Hidroeléctrica de El Chorro defendiendo los riegos de la rivera baja del Guadalhorce, creándole problemas a dicha Compañía. Como anécdota contaré que mi padre, sobrino carnal y ahijado de él del que le puso el nombre, quiso colocarse en la Hidroeléctrica, y cuando leyeron su nombre -Antonio Bootello – le rechazaron la solicitud. Cuando los años de sequía y el agobio de agua racionada por El Chorro, dueña y señora del Pantano, las personas sencillas como Salvador Gil, antiguo aguador de la acequia del Molino de Rivera, decían «si viviera Don Antonio Coronado esto no pasaba».
Trabajador infatigable, le concedieron la Medalla del Trabajo en 1926, fue nombrado Hijo Predilecto de Álora, era Sindico de las Religiosas Capuchinas (especie de protector) cargo que ostenta hoy día su nieta Doña María Hidalgo de Morales y respetado y admirado por todos sus paisanos. Me contaban personas que lo conocieron que tenía figura de gran señor, vestía con capa española, su trato era afable, su cara venerable, despertando las simpatías del prójimo. Su inteligencia era preclara y las veía venir. Me contó D’ María Rivero de Gómez, hija del Secretario del Juzgado Municipal, que un día que tenía en brazos a su hija Conchita, entonces niña de pecho, Don Antonio dirigiéndose a su padre, le dijo: Luis, nosotros no lo veremos, tu hija quizás, pero la niña que tiene en brazos seguro que verá tiempos horribles de revolución y guerra.
Efectivamente murió el 22 de octubre de 1930, a los ochenta años de edad y no vio la Guerra Civil. Allá estará en la Gloria de Secretario y Cronista de Nuestro Padre Jesús, escribiendo las crónicas celestiales.
Regino Antonio Bootello Miralles
Revista Nazareno de las Torres, año 2003