Estando establecida la sede parroquial de Álora en el templo existente en Las Torres, a lo largo del siglo XVI, el crecimiento de la población y el mal estado del edificio, hace que se convierta en necesidad la edificación de un nuevo templo parroquial. De tal manera, en el año 1600 se inician las obras de la que actualmente es la Parroquia de Álora.
Esta obra abarcó todo el siglo XVII y se finalizó en el año 1699. Sin embargo, ya en el año 1675, se traslada formalmente la sede parroquial al nuevo templo. Se trata de un edificio de arquitectura manierista cuya traza se atribuye al arquitecto Pedro Díaz de Palacio.
Este edificio preside de manera majestuosa la Plaza Baja, generando en conjunto un espacio urbano que durante siglos marcó la vida del pueblo. Pues esta plaza ha sido lugar de celebración de los más diversos actos. De tal manera, además de congregar los que durando mucho tiempo fueron los edificios más importantes de la localidad, ha sido escenario de mercados, Autos de Fe y hasta de corridas de toros. El hecho de que toda la vida del pueblo girara en torno a esta plaza, hizo que el edificio de la Parroquia cuente con una peculiaridad. Y es que cuenta con un balcón en su fachada, un elemento poco común en las fachadas de las iglesias. Esto se debe a que era el balcón que ocupaban las autoridades eclesiales durante la celebración de los actos públicos que se celebraban en la plaza.
Esta grandiosa construcción ha constituido la mayor obra religiosa construida en Álora. No en vano, se trata de unos de los mayores templos de la Diócesis de Málaga.
En este templo parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, entre otras imágenes, reciben culto dos de nuestros titulares. Estos son Jesús atado a la Columna, obra de Nicolás Prados López y el Santísimo Cristo Crucificado de los Estudiantes, de Navas-Parejo; ambas obras del siglo XX.